Primera cita.
La cafetería se encontraba deshabitada, lo único que podía
percibirse en el lugar era la fragancia al café caliente. Mi mirada se
concentraba en un solo objetivo, La joven tenía el cabello rizado y los ojos
almendra, era hermosa. Imagine que no me recordaría así que decidí tocar la
campana del lugar para que notara mi presencia, sus ojos se enfocaron en mi
figura y sus labios rosados pronunciaron con alegría:
-¿Desea algo?- Sus manos blancas tomaban con firmeza una taza con aquel líquido marrón.
-¿Desea algo?- Sus manos blancas tomaban con firmeza una taza con aquel líquido marrón.
Realmente no poseía dinero y no me apetecía nada del menú,
lo único que deseaba era observar aquel hermoso ser. Escuche una grosería
provenir de la cocina y supuse que se trataba de su jefe, era un hombre alto y
de musculatura sumamente grande, una vez tuve el “placer” de conocerlo, una experiencia
única en la vida. Pase desinteresadamente la mirada por el mostrador, quería gritar lo que pensaba pero probablemente se asuste y llame a la policía.
Reí en mi interior y observe nuevamente aquellos orbes
almendra, aunque corrí la mirada al instante por el miedo a sonrojarme.
Por fin reuní el valor suficiente para hacer lo que me había
planteado hacer apenas desperté en la mañana.
-Disculpa, ¿Quieres salir esta tarde?
La respuesta no fue instantánea pero debo estar feliz porque
fue un si.
Ya ha pasado mucho tiempo
desde aquel día, aquellos rizos ahora lucen un color grisáceo, sus blancas
manos modelan arrugas y sus ojos tienen la misma viveza de siempre. Simplemente
es hermosa.
Fin.
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